Hace unos días con motivo del travel blogger meeting, que se viene celebrando cada año y en el que han participado unos 160 blogueros de viajes, esta vez hemos viajado a Andorra, para descubrir este pequeño y gran país en el que no todo es esquí, ni todo son compras, como se cree, sino mucho más y así lo hemos podido comprobar.
El Principado de Andorra es un pequeño Estado independiente, cuya forma de gobierno es un coprincipado parlamentario. El territorio lo constituyen siete parroquias (Ordino, La Massana, Andorra la Vieja, San Julian de Loria, Escaldes-Engordany, Encamp y Canillo ) con una población de 77.000 habitantes y 468 km. cuadrados. La capital es Andorra La Vieja.
En primavera, la capa blanca de nieve da paso al verdor de los bosques densos y apretados, los prados se cubren de flores silvestres y los ríos cuyas aguas provenientes del deshielo, fluyen formando pequeñas cataratas.
Me ha sorprendido gratamente, ya que hace algunos años la visité solo para esquiar, como tengo obsesión por este deporte, no vi nada de su maravilloso entorno, lleno de rincones increibles.
Y es que aparte del deporte estrella en invierno, en el resto de las estaciones se pueden realizar actividades en plena naturaleza, como senderismo, rutas a caballo, barranquismo, pesca, todo terreno 4×4, perros de tiro etc, y actividades culturales, como la ruta del románico, donde visitar pequeñas iglesias, se convierte en una experiencia de paz y sosiego. Todas con su sello inconfundible de sobriedad y sus propias caracteristicas.
Los niños, la diversión la tienen asegurada, como descubrir la flora y fauna autóctona de la region, brincar en camas elasticas, subir al tren eléctrico y mil aventuras más.
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Yo opté, entre otras excursiones por la Ruta del Ferro, acompañada de photowall
Ruta del Hierro
Partimos de Andorra La Vella, pasamos por Ordino y La Massana. Comenzamos la ruta en el parking de las minas de Llort, donde nos deja el bus.
Nuestros guias Nuria y Alex, nos hacen una explicación bastante detallada y el fotógrafo Joan Vendrell, nos instruye de como mejorar la calidad de las fotos.
Este es el sendero que recorrían antiguamente los mineros, cuando el yacimiento estaba en explotación, desde el siglo XVII hasta finales de XIX. Transportaban el hierro desde la mina de Llorts hasta la Massana.
Pasamos por una fuente, cuya agua contiene una alta concentración de hierro, su color rojizo nos tinta las manos cuando intentamos beberla.
Dejamos atrás el Puente les Moles que conecta con el pueblecito de Llorts.
La vereda es preciosa, el rio Valira nos acompaña en todo el trayecto y la flor Grandalla, una flor protegida, nos regala su perfume y sus colores.
Llegamos al camino de las esculturas, donde una serie de siete figuras nos hacen revivir el pasado minero.
Hubo un Simposium en 2002 y otro en 2006 en homenaje a los hombres de hierro, los mineros que trabajaban en la minas y pasaban por aqui con las mulas y las forjas cargadas de mena.
Estan hechas con elementos extraidos de la tierra, alcantarillado de diferentes países y piedra.
A este conjunto se le llamó la Familia Jordino y representa a la familias, venidas de todo el mundo y que se reunían una vez al año para celebrar la Navidades juntos. Están hechas de piedra y metal y su autor es el escultor francés Rachid Khimoune
Alex nos invita a que averiguemos cada uno de los personajes y de donde son. La imaginación al poder, aunque la del mejicano estaba clarísima.
Proseguimos y nos encontramos la escultura “Endless” de Mark Brusse donde dos hombres empujan una roca por una puente de piedra.
A continuacion otra escultura que simboliza las herramientas de trabajo de un minero: pico y vagoneta, lo de la vagoneta no se entiende porque nunca hubo tren, pero el artífice ha querido dar esta originalidad. Es del artista Jordi Casamajor de la parroquia San Julian de Loria
Avanzamos y llegamos a una nueva escultura: La casa de la tierra y del fuego de Alberto Carneiro. Es un cubo de acero, dentro de una estructura descubierta, que recrea la vida de los mineros del valle de Ordino.
Muy cerca de la anterior y en el lado opuesto se encuentra la escultura que representa las galerías donde trabajaban los hombres del hierro. Es del francés Guy de Rougemont. Es una gran celosia que protege el camino, a traves de las cuales se adivina el paisaje del otro lado. Su autor es Guy de Rougemont.
La ultima es un monolito: tierra, hierro, agua y fuego, hace referencia a la extración del mineral, su transporte y el resultado final que es la viga de hierro. Es del japones Satoru Sato
Volvimos por en mismo sendero, pero un poco más instruidos acerca de esta actividad minera y concienciados de la dureza de vida de estos hombres.
Terminamos la mañana con un picni, en un lugar precioso: el Jardín de la Rosas de Ordino.
Se tarda unas dos horas y la dificultad es baja.
Información: visitandorra.com