Hace unos días he estado en la maravillosa ciudad de Copenhague, me ha gustado y la he percibido como una ciudad, con una armonía especial en todas sus facetas.
Repleta de canales, calles peatonales, museos, palacios, fabricas de cerveza, jardines y por si fuera poco se ha convertido en la capital gastronómica de Escandinavia.
El diseño esta presente en todos sus rincones y la consonancia se refleja hasta en la forma de anclar las bicicletas.
Hoy me voy a centrar en dos sitios bien distintos que acapararon mi atención, pero a la vez absorbentes y provocadores: Christiania y la confiteria La Glace
Christiania
Situado en el distrito de Christianshavn, al este de la ciudad y
separado de la City por el canal Inderhavnen, uno de los varios brazos de mar que discurren por la urbe.
Desde el centro se tarda unos 25 minutos andando.
En este barrio vive una comunidad de okupas- hippies, donde ellos mismos se autogobiernan. No pagan impuestos y conviven en paz con el resto de Dinamarca.
Surgió en 1971, cuando unos jóvenes hippies, rompieron los muros de un campamento militar que estaba abandonado, rápidamente otros adolescentes se unieron, tomando posesión del recinto, con el pretesto de crear un proyecto que aglutinara a personas que tuvieran los mismos intereses: un grupo social, diferente, no conveccional e independiente. Proclamando así una “ciudad libre“. Lo llaman el “distrito verde”
El gobierno danés lo tolera, pero los ultimos rumores es que tendrán que pagar algunas taxas.
Sus habitantes que son unos dos mil, viven de forma relajada, fumando hachís, pintando graffitis y dedicandose a la vida contemplativa. Para mi son unos “colgados“que viven de vender droga.
Ellos apuestan por una contracultura en todas sus vertientes, tanto como el estilo de vida, como en la arquitectura, música, y otras artes.
Las casas son extrañas y de extravagantes colores, algunas son muy míseras y desvencijadas.
Esta es la casa que encontré mejor acomodada, aquí ya vemos que la igualdad no existe.
Agunos edificios están restaurados con materiales reciclados, sin adaptarse a ningún reglamento urbanistico; las calles, la mayoría están sin asfaltar. Los muros también estan impregnados de anarquía y rebeldía.
Y es, lo que ellos pregonan: desgobierno y libertad.
La bicicleta es el medio de transporte más habitual, de hecho fabrican las bicis Pedersen y los pequeños remolques adaptables.
Los coches están vetados y también el alumbrado urbano.
Hay varios espacios comunes, como bares, centros culturales, tiendas etc.. El centro de la plaza esta presidido por un poste con varias señalizaciones, en la base hay unas cabezas esculpidas en piedra.
Entramos en el bar para tomar una cerveza, pero no venden alcohol, una paradoja. Puedes fumar “maria” pero no bebidas alcohólicas.
Quizás sea porque la droga potencia más el alcohol y por los altos impuestos, que tendrian que pagar por este tipo de bebidas, que ya en el resto de Copenhague son bastantes elevados.
El barrio se puede visitar tranquilamente, aunque hay que leer los carteles y respetar las normas.
Esta prohibido hacer fotografias en ciertas calles, sobre todo en Pusher Street, hablar por el movil y hacer videos.
Pero yo esto, lo leí al final, ya que entré por la puerta de salida y salí por la de la entrada. Con lo cual ahora os puedo mostrar todas estas fotos.
De vez en cuando hay alguna redada de la policía, que amenaza con la expulsión de sus habitantes, pero todo queda en aguas de borraja.
Es una sociedad muy consolidada e intentan crear sus propias marcas como la cerveza Pilsner.
No sé que pensarán el resto de los daneses, habrá opiniones de todo tipo. Dinamarca es un gran país que esta abierto a todas las tendencias y a un pensamiento liberal, aunque a veces ellos discrepen sobre este “ensayo”.
Sin duda es una zona controvertida, llena de color, de visita obligatoria y considerado como “un experimento social”.
A la salida hay un letrero que reza: you are now entering the EU
Confiteria La Glace
Situada en Skoubogade 3, en el distrito de Kobenhavn: laglace.com y muy cerca de la calle Stroget, la calzada peatonal más larga de Europa.
Esta es la pastelería más antigua de Dinamarca fundada en 1870. Es una autentica institución, con un encanto irresistible y una decoración delicada y primorosa. Las paredes en tonos terracota hacen juego con el uniforme verde de las camareras.
La Reina Margarita II, la visita con frecuencia, es bastante golosa y no puede resistirse a estos placeres dulces y energéticos. Me imagino que luego ira andando hasta Palacio.
Hans Christian Andersen, solía ir a tomar los deliciosos pastelitos, hay uno que se llama HC Andersen. Ahora me explico como escribió sus famosos cuentos.
Yo tampoco pude renunciar a este inofensivo placer. Era mi ultimo día de viaje y después de haber comido un exquisito smorrebrod, pusimos el GPS que nos llevó directamente a la confitería de la realeza, era urgente llegar para estos deleites. El pecado ya estaba planeado, pero no me arrepiento.
Había una mini cola, con lo cual entramos enseguida, nos asignan una mesa y rápidamente la camarera te toma nota.
Tomamos un chocolate caliente con nata, una tarta Sportskage, que es la especialidad de la casa, con turron picado, crema batida y un borde crujiente y caramelizado. Esta tarta fué preparada por primera vez para el estreno de la obra de teatro Sports Man, que fué en noviembre de 1891, ¡ya tiene unos añitos!.También me atreví con un Fragilité hecho con almendras, moka, crema y mantequilla. La Rubinsteinlagkage es muy popular y su nombre se lo debe al compositor.
En realidad todos los dulces son exquisitos, asi que antes de dejar esta ciudad os aconsejo que hagais aqui una parada, es una experiencia muy azucarada.