En nuestro viaje de blogueros a la provincia de Huelva, hemos descubierto estas dos bodegas que son las más antiguas y de visita obligatoria.
Casa Orta
La historia de este establecimiento comienza en año 1863, cuando la familia Orta procedente de un pueblecito, cuna del fandango de Huelva, se traslada a Ayamonte.
En aquel tiempo, había un resurgimiento económico y social, debido a que la industria pesquera estaba en su momento álgido y es desde entonces, cuando se comienza a elaborar los salazones y conservas.
Varias generaciones han vivido en esta casa. Primero el negocio era de harina y cereales, transformándose en 1960 en tienda de ultramarinos.
Hoy dia este curioso local, que es una tienda-cantina, se ha renovado, convirtiendose en un excelente lugar, ideal para comprar y degustar sus salazones, conservas, chacinas y por supuesto unos originales y excelentes vinos.
Siuada en Ayamonte, en pleno centro histórico en la calle Lusitania 8.
Al fondo se haya la bodega, con una pequeña barra y unas mesitas, donde se puede tomar, una deliciosa melva canutera, ventresca de atún etc. y el famoso vino blanco Condado de Huelva.
Su aspecto rústico y antiguo, es perfecto para una charla entre amigos y entre copa y copa intentar arreglar el mundo.
Subiendo las escaleras hay un precioso patio, cuyas paredes están repletas de aperos y toda clase de utensilios, que se utilizaban antiguamente en los cortijos y en la labranza de los campos.
Un naranjo preside este espacio, que con su gran sombra, alivia las tardes calurosas del verano.
Probamos todas estas sabrosas tapas, que con el vinillo y el hambre que teníamos entraban de maravilla.
Bodegas del Diezmo Nuevo
Bodegas Sáenz
Veinte lagares pisaban día y noche. ¡Que locura, qué vértigo, qué
ardoroso optimismo! Este año, Platero...
“Platero y Yo. Capítulo LXXXII. Juan Ramón Jiménez
Los herederos de Cosme Saenz Jiménez, concretamente Antonio Saenz es el impulsor y gerente de este nuevo proyecto, que se remonta al año 1770.
Antonio, aparte de su sapiencia en vinos, tiene su propia filosofía, la cual nos transmitió muy didacticamente.
Sus antepasados son oriundos de la Rioja, de Nestares, el pueblo del padre de Juan Ramón Jiménez, de hecho las dos familas estan emparentadas.
La primera generación que llego a Moguer conocían, que habia mucha producción de vino, pero no lo comercializaban, solo lo vendían a granel. Pero más tarde, vieron que eran vinos de buena calidad y decidieron embotellar y exportar.
Primeron arrendaron la bodega, hasta que definitivamente la compraron, aunque solo iban dos meses para la vendimia y luego regresaban a Logroño.
Mientras, dejaban a un encargado y ellos de nuevo volvían en enero, para poner los vinos en limpio, y organizar la bodega.
Al cabo de pocos años se establecieron definitivamente en Moguer, para dedicarse mejor a estos menesteres.
Comenzaron a comprar fincas y se abastecían no solo de sus viñedos, sino también de uvas que les llevaba otra gente.
Cuando llegó la filoxera, se cargó todo el viñedo de Moguer, pero en el Condado, la variedad que predominada era Zalema, una uva más resistente a este insecto hemíptero, con lo cual ellos pudieron sobrevivir.
De aqui salió la primera marca nacional de vermut: Melquiades Sáenz. Cada vez que se elaboraba, se producían 90.000 litros y con una frecuencia de quince en quince dias.
Este vermut es suave, dulce y especiado y muy agradable para tomar el aperitivo.
Hoy día, Moguer tiene una estación enológica, en la cual están continuamente experimentando nuevas técnicas.
Ultimamente elaboran vinos de naranja y de fresa, que se obtienen a partir de vino de la DO de Condado de Huelva, al cual se le añade alcohol vinico, previamente aromatizado con cortezas de naranja amarga o de fresa, mediante el proceso de maceración.
Después se somete a envejecimiento en soleras y criaderas, durante un mínimo de dos años.
En el año 2011 apostaron por los vinos tintos, hechos con las variedades Syirah(80%) y Cabernet Sauvignon(20%).
Los envejecen en barricas de roble frances y americano, no tienen mucha produción y la mayoría se la queda la familia.
Fué una gran suerte, catar todos estos vinos y tambien el vermut. Estuvimos muy entretenidos con todas las historias que Antonio nos contó.
Cuando dejamos las bodegas, todos sabíamos un poquito más de estas artes vinícolas.