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III KARGIL (INDIA)

KARGIL

 

En nuestra ruta De Drass a Leh, llegamos a Kargil alrededor de las 6 de la tarde, muy de noche, con hambre, frio y con un poco de miedo después de pasar los tres controles y haber sido sometidas a un extraño e intenso interrogatorio.
Kargil fue testigo del conflicto armado entre India y Pakistán en 1999. La causa fue la infiltración de soldados pakistanies en el lado indio de la Linea de Control.
Después de la elecciones del 2004 que ganó el Partido del Congreso se insistió en un proceso de paz que ha traído de nuevo la esperanza y se permite que circulen autobuses entre las dos fronteras.

No obstante alguien dijo “los musulmanes no están dispuestos a vivir en paz en ningún lugar”.


 La zona esta considerada como desierto ártico, aunque también tiene un buen numero de ríos que nacen en el Himalaya y se ven pequeños pueblos llenos de vegetación.

Nos dirigimos a un hotel que era sucio, frío y horrible pero a pesar del cansancio decidimos buscar otro. Encontramos el Hotel Continental que mas o menos era igual, pero una noche la pasábamos como fuera.
El hotel no tenia calefacción, pues prácticamente lo abrieron para nosotros, ya que era temporada baja y la mayoría estaban cerrados.

El frío era glacial, tampoco tenia agua caliente, la ducha es modelo Himalaya (yo la llamo así). Te subes en un taburete en el “cuarto sin baño”, y desde un recipiente de agua helada te vas echando jarritos, te  enjabonas y luego viene lo peor y es que hay que aclararse ¡Las ideas también se te aclaran!.

Después de dejar el equipaje salimos a cenar a un pequeño restaurante en el que solo había arroz y coliflor con patatas.
La ciudad esta totalmente solitaria y parece que somos los únicos habitantes de este destartalado pueblo, además todo está militarizado.
¡En mi vida he pasado una noche mas gélida y más helada!.
Al día siguiente partimos hacia Leh, no sin pasar antes por una farmacia que era como un puesto callejero, teníamos que comprar Seguril para Bety, pues le tensión le había subido bastante debido a la altura y nos alarmamos un poco. Las pastillas las venden sueltas y son muy baratas.
La carretera sigue siendo angosta y la adrenalina va en aumento.
Vamos parando y contemplando estos maravillosos lugares:

Mulbekh

Aquí hay unas casas de té y un pequeño monasterio, el Chamba Gompa con una estatua de Maitreya de 8 m. de alto.
Enfrente está el Paradise Hotel con habitaciones baratas y baños compartidos.

Lumayuru.
Este es el monasterio budista mas antiguo y mas grande de Ladakh (siglo X). Viven alrededor de 150 monjes, está enclavado en en una escarpada roca y pertenece a la secta Red-Hat.

Según la leyenda aquí había un profundo lago, pero un erudito budista rezó a los espíritus guardianes y el agua se retiró. Contiene unos magníficos murales, estatuas de bodisattvas, mascaras chaam y libros sagrados. Todas las salas de oración están repletas de chorten muy adornados.
Hay que entrar descalzo y un olor a incienso lo impregna todo.

 

 

 

Se detiene el tiempo y el espacio, la paz y tranquilidad se instaura en esos sólidos muros. Se oye el silencio y la vida parece paralizarse.
Me llamó mucho la atención la amabilidad con la que te reciben y la sonrisa es una constante, sobre todo en los niños, que algunos no han alcanzado la edad de tres años. Su vida es muy austera y la comida básica, como arroz y vegetales. Ellos mismos cultivan sus huertos y cuidan los animales.

Practicamente no necesitan nada material, todo lo tienen cubierto, su vida es sana y no esta sujetos a estrés. ¡Tendríamos que aprender algo de ellos!

 

Los eternos soldados nos los encontramos hasta en los templos, parece ser que hay un político importante y lo están protegiendo.
Comparo el sosiego y la calma de los monjes con la agresividad militar, es contradictorio. Me rebelo contra las guerras de religiones.
Aquí no se esta seguro en ningún sitio.

Estos soldados parecen más simpáticos y se prestan para hacerse una foto con nosotras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuamos nuestra aventura hasta que de repente se cierra la carretera y es que hay un desprendimiento, entonces esperamos a que se reanude el tráfico.

No dejo de sorprenderme cuando vemos una excavadora que intenta quitar las piedras de un acantilado que están casi sueltas, caen sobre la pista por la que vamos, lo peor viene luego, y es que hay que quitarlas. Hacen un caminito estrecho que apenas cabe el coche, el pánico vuelve de nuevo y rezando a todos los santos, logramos escapar de ese peligroso pasadizo.
Por fin llegamos a Leh…… Continuaré.

Concha

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