Elegante, pausada, anticuada e increíblemente amable es la isla de Ré, donde las puertas se dejan abiertas, las bicicletas sin candados y donde el encargado del bar te conoce por tu nombre.
En nuestro blogtrip de la Rochelle, y después del TBMPoitiers, la isla de Ré seria nuestro próximo destino, una isla de la que no tenia mucha información, a pesar de que esta recomendada en el libro de»Mil cosas que ver antes de morir»
Esto fue posible gracias a Nouvelle Aquitaine
Para llegar la mejor opción es a través de un puente de peaje, que mide 2,9 Km y por supuesto también se puede ir en barco desde La Rochelle.
La isla de Ré, esta situada enfrente de La Rochelle, tan solo 9 km la separan del continente
Tiene 30 km de largo y 5 km de ancho, de manera que es muy fácil recorrerla a pie y por supuesto en bicicleta. Debido a su microclima y a las horas de luz, en verano la convierte en uno de los mejores lugares para practicar varios tipos de deportes y como no, deleitarse ante unas ostras y un buen y frio champagne.
Un poco de historia
En la época romana era un archipiélago de cuatro islas, aunque poco a poco se fue conformando en una sola, de una manera natural. Ello fue debido a los aluviones y campos de sal, que hicieron desaparecer el espacio que existía entre ellos.
Cuando comenzaron a llegar los primeros alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, hicieron de San Martín de Ré su centro de operaciones. La organización Todt, construyó búnkers en las playas, que a día de hoy todavía se pueden ver.
Actualmente es difícil resistirse al encanto de esta isla, ya que goza de unos estupendos recursos, en lo que se refiere a pequeños placeres «petits plaisirs».
Gastronomía, bonitas playas, paseos en bici, viñedos, granjas de ostras, reserva de aves y mucho más, es lo que vamos a encontrar en esta isla bendecida por los dioses.
La privacidad de la isla se vio temporalmente amenazada cuando Johnny Halliday cambio Saint Tropez por la isla de Ré. Ls isleños se sintieron aliviados cuando el aburrimiento pronto lo devolvió al lugar de donde venía
Aquí te cuento los lugares interesantes que visitamos, a pesar de que fue solo un día, lo aprovechamos fenomenal, gracias a Infiniment Charentes, que lo tenia todo organizado
Ars en Ré
Esta clasificado entre los “pueblos más bonitos de Francia”
Es un destino turístico ideal para los amantes de la tranquilidad y de la naturaleza.
Visitamos la iglesia de Saint Étienne, de estilo gótico, aunque la fachada es románica. Su campanario puntiagudo de más de 40m de altura, está pintado en blanco y negro y servía de orientación a los barcos, puesto que se veía desde muy lejos
Es la iglesia más antigua de la isla de Re, pués su construcción se remonta al siglo VII.
Paseamos por el pequeño pueblo, con estrechas calles pavimentadas. Su sello de identidad es el color blanco de las casas, embellecidas con puertas y contraventanas de color verde.
Antiguamente los pescadores cuando pintaban sus barcas, la pintura sobrante la utilizaban en las puertas y ventanas, de ahí viene esta bonita tradición, que se ha mantenido hasta hoy día.
Ars in Ré, también cuenta con un pequeño puerto deportivo y una escuela de vela, donde se aprende todo sobre deportes náuticos.
Los carriles bici, invitan a descubrir el mundo de las salinas, los viñedos, la reserva de aves y mucho más.
Faro de las Ballenas
El Faro de la Ballenas se construyó en 1854 y hoy está clasificada como Monumento Histórico Marítimo. Se encuentra al lado de la vieja torre de Vauban, que fue la primera en hacer las funciones de faro.
El Faro de las Ballenas con 57 metros de altura es de los más altos de Francia. Su luz alcanza hasta los 50 kilómetros.
Se puede subir al mirador, pero prepárate, tendrás que subir 257 escaleras, dispuestas en caracol. Las vistas son espectaculares a la isla de Ré y al océano.
Hay un museo, sobre la historia de los faros, animado con secuencias multimedia.
En los alrededores hay tiendas y restaurantes, pues últimamente se ha convertido en una atracción bastante turística.
Criadero de Ostras
Visitamos el criadero de ostras llamado La Ferme des Baleines, en St-Clément, muy cerca del faro, en una zona de marismas y estratégicamente situado.
Nos explican todos los pasos del proceso, el cual es un difícil y laborioso arte.
El agua del mar del Fier d’Ars se filtra a través de un laberinto de canales y estanques de la Reserva Natural de Lilleau de Niges, llegando por lo tanto cargada de micronutrientes y por consiguiente bastante enriquecida.
El agua entra por debajo de unos canastos metálicos que cada día los remueven varias veces.
La calidad y el sabor de una ostra, depende del agua que filtra, así como la riqueza de los sedimentos arcillosos.
Como la ostra es un molusco filtrante tiene por lo tanto mucha sed, llegando a filtrar unos 200 litros de agua al día.
De esa forma la ostra captura las sustancias de su terruño marino, digamos su: merroir.Por consiguiente el merroir es una mezcla de microalgas, minerales y plancton.
El vino tiene su terroir y la ostra su merroir
Nos cuentan también que a las ostras le cortan un trocito en uno de los extremos, para que vaya adquiriendo su forma, pués no están totalmente planas.
El resultado de estos cuidados, es una ostra carnosa, sutil y sabrosa.
La cría de las ostras se hace totalmente en la granja, desde el nacimiento hasta que llega a nuestros paladares.
Cada ostra crece a un ritmo diferente, por tanto, hay que ir separándolas.
El final de proceso es la clasificación, según tamaño y calidad. La escala del tamaño va desde 1 al 5 y no por más grande es mejor.
Hicimos todo un master, sobre estos seres tan exquisitos como enigmáticos
Por último, después de la visita al criadero, lo que tocaba era degustarlas y así lo hicimos.
El vino blanco y rosado de Pineau, no podía faltar en tan lujoso y refinado aperitivo. Ni que decir tiene que disfrutamos mucho esa fantástica experiencia.
Restaurantes Les HuÎtres de ST- Clément
El almuerzo lo hicimos en este delicioso restaurante.
Situado también en St. Clément y cerca de la granja
Nos sirvieron varios platillos y entre ellos ostras preparadas de diversas formas
San Martin de Ré
Es la capital de la isla y fue donde Vauban, mariscal de Francia y encargado por el rey Luis XIV, construyó en el siglo XVII, una imponente ciudadela fortificada, para detener cualquier ataque exterior a la costa francesa.
Vista desde el aire tiene forma de estrella fortificada, este diseño le ha valido para formar parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Deambulamos por las callecitas peatonales, observamos que los edificios más antiguas conservan un blanco grisáceo, pero siempre con animadas plantas y vistosas macetas.
El puerto es la joya de San Martín, siendo el elemento principal del pueblo. Repleto de barcos pesqueros y de embarcaciones de recreo, es el lugar ideal para sentarse en alguna de las muchas terrazas y admirar el atardecer en la que el sol, parece no querer irse.
San Martín también tiene una iglesia con mucha historia
Por la calle Sully se llega a la iglesia de San Martín. Desde 1903 esta inscrita en el listado de Monumento Histórico. El gran edificio es de un marcado carácter gótico flamígero, que aunque mal conservado, aún se aprecian restos de lo que fue en su momento de esplendor.
Después de las guerras de religión, la iglesia fue totalmente reformada, se le dotó con una fachada de campana, de estilo neoclásico de finales del siglo XVII.
Lo mejor es su campanario al que se puede subir por unas escaleras muy estrechas. Para controlar el flujo de gente, hay un semáforo. Sin duda, es algo gracioso.
Desde arriba se puede contemplar una gran panorámica del pueblo.
Paseo en barco
El atardecer es el momento perfecto para navegar en un velero y descubrir la isla, vista desde el océano.
Hacia viento y tuvimos que virar varias veces para mantener el rumbo.
En ceñida y con las velas cazadas al máximo, surcamos las aguas azules de un mar rizado y travieso. Mónica de mi mochila me pesa hizo de capitán, y por supuesto muy atenta a la caña, corrigiendo siempre para mantener la dirección.
Es magnifico ver desde el mar, las imponentes fortificaciones de la Isla de Ré
El sol nos regaló una puesta de sol, encendida en tonos rosáceos, ayudándonos a captar las mejores postales y mostrándose tal como me lo habían contado.
La noche acabo con una exquisita cena en Le Belen, situado en primera línea del puerto.
Los helados también estuvieron presentes, en la heladería Martinière, hicimos una degustación de sabores no convencionales: tales como de ostras, caviar, jengibre, ron, mojito etc.
Nos alojamos en el hotel Le Galion, situado enfrente de la muralla y muy bonito decorado.
El desayuno fue excelente, café y riquísimos cruasanes recién horneados, fueron los que me dieron energías para continuar nuestro próximo destino, que seria la Isla de Aix.
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