La Rochelle, una villa bañada por el sol atlántico de día, e iluminada coquetamente por la noche.
Nadie puede resistirse a la mágia y encanto de la ciudad de las tres torres.
Este año, el encuentro de blogueros de travel bloggers meeting (TBMPoitiers) ha tenido lugar en la bella ciudad de Poitiers, de la cual no voy a contaros nada por ahora, pues ya lo ha hecho Mónica de mimochilamepesa, en un articulo muy detallado e interesante.
Me centraré en La Rochelle y posteriormente iré publicando otros lugares como la isla de Ré y la isla de Aix.
Patrocinado por Turismo de Nouvelle-Aquitaine e Infiniment Charentes, hemos conocido algunas de las zonas más hermosas, interesantes y emblemáticas de esta región.
Después de un buen desayuno y con las pilas cargadas, nos dirigimos al punto de encuentro, donde un mini bus espera
enfrente de la iglesia Notre Dame de Poitiers.
Con Catherine de guía y Michel de conductor ponemos rumbo hacia la preciosa ciudad de La Rochelle.
El trayecto fue de 2h. y la distancia unos 155 km.
Nos recibe Stéphane, que muy amable nos saluda y hace la típica foto del grupo.
La Rochelle se encuentra al noroeste de la costa Atlántica y
es la capital de Charente Maritime, fundada en el siglo XIII. Hoy día es una ciudad divertida, dinámica y muy concurrida en verano.
Durante los siglos XVII y XVIII, llegó a ser una ciudad muy próspera, debido a su excelente situación y su estratégico puerto, creciendo el comercio y por lo tanto las relaciones exteriores.
Que ver y hacer en La Rochelle
Puerto viejo y las torres de La Rochelle
Dos torres bien distintas y un faro, presiden la entrada de este puerto medieval, que antiguamente se convirtió en uno de los principales de la zona, gracias a las exportaciones de sal y vino.
Hoy día el puerto es solo de recreo, aunque se ha construido uno nuevo, fuera de la ciudad: el de Minimes.
-Torre de San Nicolás
Esta torre data del siglo XIV, y tiene una altura de 42 metros. Su interior con escaleras y pasillos que se entrecruzan, le dan cierto aire secreto y misterioso. Cumplía una misión de vigilancia, ya que siempre acechaba alguien.
-Torre de la Cadena
También de la misma época, es un poco más baja y su función era vigilar los barcos y el tráfico de puerto.
Se llama así porque ambas torres estaban unidas por una cadena para impedir el paso.
-Faro o torre de la Linterna
Esta torre es el faro del puerto (siglo XV) y el más antiguo de la costa atlántica. Destaca su aguja en forma octogonal.
Se le conoce también como la torre de los Cuatro Sargentos, en memoria de los cuatro sargentos que fueron ejecutados en 1822, por conspirar para derrocar a la reciente monarquía..
Por la noche es un espectáculo, cuando se encienden las luces y su esbelta silueta se refleja en el mar.
Durante tres siglos fue una cárcel, donde encerraban a los corsarios, piratas, militares y algunos religiosos.
Hoy día se puede ver rastros de graffitis en los muros y otros dibujos hechos por los prisioneros.
Estas torres se clasifican ahora como monumentos históricos.
Puerta del reloj
Es una majestuosa construcción con un reloj de estilo gótico. Une a través de un pasadizo el puerto viejo con el casco histórico. La puerta del reloj es del siglo XVIII, posteriormente se le añadió un campanario.
El arco da paso a una calle con soportales, la rue du Palais, la principal vía comercial, con casas de los armadores de los ss XVII y XVIII
Visitar el casco histórico de la ciudad
Uno de los atractivos de La Rochelle es callejear y dejarse llevar por la intuición, asombrarse con la arquitectura de mansiones, palacetes y casas señoriales. Muchas de ellas con entramados de madera y recubiertas de pizarra. Algunas se alzan altivas y orgullosas, con añoranza de su pasado y un presente con futuro.
Las esquinas de algunas casas están adornadas con graciosas gárgolas, de diversas formas, son personajes de fantasía o imaginarios que se cree que eran para atemorizar a los pecadores.
Algunas calles son peatonales, estrechas y porticadas, por consiguiente fáciles de recorrer. Las arcadas, probablemente era para proteger las mercancías de la lluvia.
La Rue Les Merciers es una de las más típicas, con numerosos edificios renacentistas, galerías, tiendas y concurridas terrazas.
Hay que pasear por el barrio holandés con sus casitas de madera pintadas de colores y su peculiar arte urbano de graffitis.
En nuestro paseo por el centro, encontramos un búnker de 300 metros cuadrados. Fue construido por los alemanes en 1941, para poder esconder a los oficiales de la marina.
Iglesia de San Salvador
Esta iglesia ha tenido un pasado tumultuoso desde su primer incendio en 1418. Devastada por dos fuegos y posteriormente reconstruida. Aun se puede ver piezas de cada construcción, como capiteles, trozos de muro etc.
Durante 13 años ha estado cerrada, debido a su restauración, abriéndose definitivamente en el 2008. Su interior gótico merece una visita.
Monasterio de las Damas Blancas-Dames Blanches
Los franciscanos cuando se establecieron en La Rochelle en 1629, construyeron un enorme monasterio que se extendía desde el canal hasta la calle Amelot.
Su iglesia incendiada en 1705 y reconstruida al año siguiente, fue comprada por los protestantes después de la Revolución, para establecer la iglesia reformada. El claustro y lo que quedaba del monasterio se convirtieron en el convento de las Dames Blanches
Mercado de la ciudad
Es una visita obligatoria este vistoso y exquisito mercado, donde se exhiben los mejores productos, desde frutas y verduras a pescados y mariscos, sin olvidar los quesos. La sección que cobra importancia propia, es la de las ostras. ¡Oh que seductoras!
Acuario La Rochelle
El acuario de La Rochelle es el más grande de Europa, fundado por la familia René Coutant, se creó en el 1970 y desde entonces unos millones de visitantes han compartido el misterioso y fantástico mundo del mar.
Tiene una superficie de unos 8500 metros cuadrados, un volumen de 3 millones de litros de agua de mar y unos 12000 animales marinos, perteneciente a 600 especies diferentes.
Es como un viaje mágico a las profundidades del mar, un espacio para aprender y reflexionar sobre la vida marina, y concienciar al mundo sobre la fragilidad del ecosistema
Se pueden ver tiburones, caballitos de mar, meros moteados, peces escorpión, tortugas etc, en su propio hábitat.
A veces se producen pequeños bailes entre ellos, danzando al compas del agua, e ignorando al visitante.
Nos dejamos hipnotizar por las medusas, que evocadoras y repletas de enigmas, se presentan como en un ballet de sombrillas, parecen que entre ellas mismas quisieran rivalizar.
La música que también es azul, suena en continuo vaivén, queriendo agasajar a sus inquietos habitantes.
Los corales en arrecifes y atolones también están representados, sobresalen en pequeñas lagunas jugueteando con sus compañeros. Su cuidado es difícil, ya que cualquier rozadura los puede lastimar
Con la audioguia que te dan a la entrada se descubre con toda comodidad, las características de cada especie.
La visita esta organizada, siguiendo el camino no te pierdes. Se tarda alrededor de 2 h.
El precio es de 16,50€ y los niños 12€
Museo Marítimo
Situado en la Dársena de Chalutiers, fue la sede del barco de investigación de Jacques Cousteau.
En las entradas estas incluidas, aparte de la exposición, la visita a dos, de los tres barcos más emblemáticos.
-France1: fragata meteorológica estacionaria
Fue construida en 1958, desarmada en 1985 y comprada por la ciudad de La Rochelle.
Después de varios trabajos, el buque se podía visitar, bajo la bandera del Museo Marítimo. Hoy está clasificado como monumento histórico.
Su misión era tomar datos meteorológicos, asistencia a la navegación aérea y asistencia médica en el mar.
Visitamos casi todas las dependencias interesantes: cocinas, camarotes de la tripulación, cabina de radio, talleres, pero lo que más me llamó la atención fue el espacio médico, equipado con todo lo necesario para una urgencia.
Al final del recorrido, tomamos un refresco en la terraza de la proa del barco.
-L’Angoumois: pesquero rochellés de arrastre de altura
Construido en 1969, ha estado en activo hasta que tuvo una avería en el motor en 1991.
Recogía entre 20 y 25 toneladas de pescado en campañas de 12 días.
-Saint -Gilles: remolcador portuario de alta mar
Este no se visita, solo lo vimos por fuera, tambien es contemporáneo del France 1. Cuando fue desarmado lo adquirió el Museo Marítimo y declarado de interés histórico.
Su misión era prestar servicios en el puertos y asistencia en alta mar.
Paseo en barco al atardecer
El día no podía ser más completo: un catamarán de la empresa Kapalouest nos esperaba para adentrarnos en las aguas turquesa del océano.
La travesía de unas dos horas, fue muy agradable y divertida, dejándonos seducir por el canto del mar
Nos obsequiaron con un aperitivo de un vino tipico de Pineau des Charentes.
Este vino es producto de un error. Fue en 1589 cuando un viticultor que vertía mosto para la fermentación, no se dio cuenta de que en uno de sus toneles, había restos de aguardiente de cognac
Proseguimos la navegación, la tripulación nos anima a que participemos en algunas maniobras, como cambio de velas.
Ahora vamos de empopada, con lo cual el barco se mueve menos y es el momento del picni. Un suculento bocadillo de salmón y una ensalada es nuestra cena.
El viento afloja a medida que el sol se muestra en su momento más bajo. Los últimos rayos están a punto de desaparecer, no sin antes de prestarnos, las vistas a las espectaculares torres que custodian el viejo puerto.
Datos prácticos
Alojamiento
Los hoteles donde nos alojamos fueron el hotel La Fabrique y el hotel St. Nicolas. Los dos muy bien ubicados y cerca del puerto. Con un servicio muy bueno, habitaciones confortables y un desayuno exquisito.
Donde comer
El almuerzo lo hicimos en el restaurante l` Aquariun La Rochelle, situado en la segunda planta del Acuario, aunque su entrada es independiente.
Desde la terraza tiene unas vistas únicas a las célebres Torres de La Rochelle
Degustamos una serie de platos exquisitos, que acompañados de un suave y frio vino blanco, hizo que nos sintiéramos cómplices de nuestras historias.
La Rochelle aparte de ser una ciudad preciosa es el punto de partida hacia la isla de Ré y la isla de Aix.
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