Pentedattilo, el pueblo de los cinco dedos

Enclavado en una colina, se encuentra el pueblo encantado y casi abandonado de la región de Calabria

Como llegar hasta Pentedattilo

La mejor manera de llegar es en coche particular o en tren hasta Melito Porto Salvo o Saline Joniche, y desde ahí un bus hasta el pié del pueblo. También se puede llegar andando, desde Saline hay unos 5 kms. Es una gran experiencia para los amantes del treking.
Nosotros partimos desde Reggio Calabria, vamos por la carretera estatal SS106, hasta Saline Joniche, allí ya vemos las indicaciones de Pentedattilo.
La carretera cada vez se van haciendo mas empinada y con curvas, la cautela es el mejor aliado para conducir.

A lo lejos aparecen unas escarpadas y puntiagudas rocas en forma de mano gigante con cinco dedos, de ahí el nombre: Pentedattilo (cinco dedos), se puede distinguir hasta el pulgar.

Conseguimos aparcar al principio del pueblo, no queríamos perdernos nada de este enigmático pueblecito, que tanto interés había despertado en nosotros.

Origen del pueblo Pentedattilo

Se encuentra en lo alto del monte Calvario en una roca en forma de una mano con los cinco dedos que aun se pueden apreciar, pues desafortunadamente, la erosión, terremotos y otros agentes han conformado su apariencia actual.
Erigido en la época griega, estuvo considerado un punto estratégico con fines comerciales y militares, durante el periodo greco-romano. Gente de abolengo y familias ricas edificaron sus casas, de las que desgraciadamente no queda casi nada.

Pentedattilo hoy día

Gracias a la iniciativa del gobierno de Reggio Calabria y otras organizaciones, Pentedattilo parece renacer, después de ser un pueblo fantasma y abandonado.

Hoy este yacimiento geologico presenta su candidatura del Parque Nacional de Aspramonte, como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Hay un dato muy curioso y es que se celebra todos los años el Festival de Cine de Pentedattilo, dedicado solo a los cortosmetrajes y que cada vez, esta más consolidado, debido a la singularidad y calidad de la películas. Realmente creo que seria muy interesante asistir e este evento.

Paleariza, es una fiesta itinerante que conmemora la tradición del grecanico, lengua propia que se habla en esta zona. Dan cursos de griego y también hay representaciones teatrales.

Que ver en Pentedattilo

Lo primero que vemos es una instantánea de casas incrustadas, aferradas en la roca del Monte Calvario, junto con la maraña de callejones.
Nos dan la bienvenida los pocos lugareños, que están intentando reinventarse. El color ocre de las casas contrastan con el azul cielo, que nos han preparado para este día.

Fuimos caminando por las estrechas calles, con subidas, bajadas y muchas escaleras.
Vemos la iglesia de los Santos Apóstoles, el museo y algunos talleres, aunque lo más cautivador es dejarte llevar por los pequeños rincones, ruinas desmoronadas, donde las plantas y arboles se han apropiado de todos los recovecos.

De repente me sorprendo ante un curioso mirador, completamente deteriorado y maltrecho, me acerco y descubro unas incomparables y limpias vistas al mar Jónico.

Nada mas llegar allí, se respira un halo de misterio e intrigas. La matanza de Alberti ha dado lugar a diversas historias de fantasmas y rumores. Quizás sean cuentos o leyendas, pero a mí, me gusta creerlas.

Lai historia de Penttedatilo esta marcada por la Masacre de Alberti, que tuvo lugar en 1686.
El barón Bernardino Abenavoli, propuso matrimonio a Antonietta, hija del marqués Alberti, pero este entregó la mano al hijo del Virrey de Nápoles. Bernardino decidió vengarse y entro con un grupo armado en el castillo de Penttedatilo, matando a todos.

El Virrey envió una expedición militar, cortando las cabezas de los perpetradores de la masacre. Las cabezas fueron colgadas en loa almenas de castillo de Pentedattilo.

Dicen que en las noches de viento, se escuchan los gritos de dolor de los Alberti

Donde comer

No había mucha elección, para esta labor tan gratificante como necesaria. Preguntamos a una chica alemana afincada allí y nos dijo que quizás podríamos tomar algo en la Casa di Lucilla. Rápidamente descubrimos el “insólito”restaurante. Solo había tres mesas, tuvimos suerte, pues una familia se acababa de ir.
En el patinete de la casa, con mesas y bancos improvisadas, nos disponemos a degustar el menú que Lucilla nos sirve.

Es la comida que cocina para ella y algún que otro comensal despistado como nosotros. Realmente nos gusto todo, eso si, cerveza no hay, así que comenzamos por medio litro de vino que luego fuimos aumentando.

Cansados volvimos al coche para continuar nuestro viaje hacia Gerace

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