Nuestro próximo destino seria el Parque Nacional de Jasper en la provincia de Alberta. Un lugar también bellísimo y con una naturaleza exuberante y salvaje.
Jasper es el Parque Nacional más septentrional y más grande de la Montañas Rocosas. El paisaje escarpado le confiere unas características muy especiales. Desde enormes acantilados, a tranquilos y apacibles lagos. Es Patrimonio de la Unesco.
Del Lago Louisa a Jasper.
Después del Parque Nacional de Banff, seguimos nuestro camino en dirección a Jasper disfrutando de la espectaculares vistas. Los glaciares colgantes, valles, cascadas, bosques, lagos y ríos nos acompañan durante todo el trayecto.
Hacemos una parada y contemplamos el glaciar Pata de Cuervo y la belleza del los lagos Bow y Peyto, con sus cautivadoras y tranquilas aguas. El azul claro tirando a gris turquesa quería fundirse con el infinito cielo.
Y porque este color?
El agua que sale del glaciar esta embarrada de rocas, grava y limo. A medida que la corriente se ralentiza, la mayoría de los escombros quedan atrás, para convertirse en delta. El limo fluye hacia el agua helada donde la mayor parte se hunde hasta el fondo. En el agua solo quedan unas partículas finas como harina, la cuales dispersa los rayos de luz azul-verde, dándole al lago su color especial.
A lo lejos divisamos el glaciar del mismo nombre, cuyas aguas del deshielo van a parar al lago.
Hacemos un alto en el Crossing River, un rio repleto de salmones, pero no tuvimos la suerte de verlos.
Llegamos al Parque Nacional de Jasper, donde la atracción estrella es el Campo de Hielo, una de las acumulaciones de hielo más grandes al sur del Polo Ártico.
Circulamos por la carretera panoramica Icefield Parkway, oficialmente la Highway 93 considerada como una de las rutas más impresionantes del mundo. Conecta el lago Louise con el Parque Nacional de Jasper. Admiramos un paisaje de ensueño formado por glaciares colgantes, profundos valles, cascadas, bosques y el Parque de Hielo Columbia.
Columbia Icefields
Con casi 325 kilometros cuadrados y con un espesor de entre 100 y 365, es una de las concentraciones de hielo y nieve más grandes al sur del Circulo Polar Ártico.
El Campo de Hielo se compone de varios glaciares de los cuales el más grande es el glaciar Athabasca, es una enorme lengua de hielo que parte del impresionante Columbia Icefields y que desciende entre dos espectaculares montañas, para ir a parar a los ríos Columbia, Mackenxi y Saskatchewan.
Nos dirigimos al Centro de interpretación donde nos proyectan una película sobre la formación de estas masas de hielo.
Primero tomamos un bus que tarda unos diez minutos en llegar al punto donde se concentran los Ice Explorer. El Ice Explorer, es un enorme vehículo especialmente diseñado para viajes de glaciares. Este original vehículo tiene seis ruedas gigantes que le permite bajar por una empinada cuesta, para luego ascender por el camino compactado de hielo y piedra, hasta llegar a la cima del glaciar. Tardamos solo unos minutos, la velocidad es de 18km/h.
El conductor-guía nos explica todo sobre los glaciares y el impacto en el medio ambiente, el glaciar está retrocediendo y en los últimos 125 años ha perdido casi la mitad de su masa.
La aventura comienza con un paseo en el glaciar Athabasca
Paramos durante un cuarto de hora, es el gran momento para andar sobre el glaciar y tomar todas las fotos posibles.
El hielo estaba duro y resbaladizo, con lo que hubo algunas caídas, pero sin nada grave. Solo una chica tuvo un pequeño esguince en un dedo de la mano. El mayor peligro es caer en una grieta y si no llevas zapatos de nieve el resultado puede ser fatal. Aunque hay zonas delimitadas a las que no es posible acceder.
Nos faltó tiempo para admirar esa gran lengua de hielo y contemplar el majestuoso paisaje que se desplegaba ante nosotros.
El gran final es un paseo por el Glocker Skywalk, una pasarela bordeada de acantilados y donde los glaciares se aferran a los picos de las montañas y el Sunwapta Valley se exhibe en toda su extensión.
Proseguimos nuestra excursión pasando por Enless Mountaine, una cadena montañosa en la que aún se ve como la nieve blanquea sus empinadas laderas.
El hambre se instaló en nuestros estómagos y decidimos parar en Sunwapa. Hicimos un picnic que nos supo a gloria, aunque faltaba la cerveza, un clásico en casi toda Canadá. No hay manera de encontrar una birra a no ser que sea en un restaurante lujoso y con licencia de alcohol.
Continuamos por la 93A, nos desviamos a la izquierda y ante nosotros aparecen las Cataratas Athabasca.
Cataratas Athabasca
Provenientes del río Athabasca y con 25 m. de altura caen con fuerza para introducirse en el estrecho desfiladero, cuyas paredes se han vuelto lisas gracias a la acción constante del agua.
En el transcurso de los miles de años han erosionado cavidades grandes, profundas e irregulares.
El agua se estanca en piscinas para después precipitarse en enormes saltos de agua, con estruendosos ruidos.
La furia del sonido junto con el poder del rugido del agua, se unen y parece que la tierra tiembla.
Existen varios senderos y miradores desde los que las fotografías están aseguradas, siempre atentos a que no se moje la cámara.
El camino esta pavimentado, con algunos tramos de escaleras y rampitas. A ambos lados se observan rocas estratificadas de color rojizo, que provienen del proceso de sedimentación.
El trayecto no puede ser mas impresionantes, en esos momentos me siento afortunada de poder contemplar semejantes paisajes. Con estos pensamientos y atrapada en mis emociones llegamos al pueblo de Jasper.
Jasper
Llegamos un poco cansadas, pero con ganas de descubrir el pequeño y pintoresco pueblo de Jasper. Su tamaño compensa la fama, aunque es menos turístico que Banff.
Con solo unos 5.000 habitantes, hoy vive de los miles de turistas. Lo que antiguamente era una posta de correos, se ha convertido en un importante centro con miles de visitantes.
Nos alojamos en el hotel Grimson, ubicado en Coconaugth Avda. Es bastante grande y con tres edificios, aunque no precisamente con encanto.
Lo primero que hicimos fue tomar un gran cerveza en el Jasper Brewing, estaba animado y con música en vivo.
Dimos una vuelta por el pueblo que aunque pequeño, es alegre y bonito. Llegamos a los dos lagos, ubicados muy cerca del centro, el lago Pirámide y el Patricia. Estos lagos, en invierno presentan una espectacular imagen, de hielo y agua. En verano se práctican deportes acuáticos, como vela, kayat etc.. Ambos están conectados.
El lago Patricia es famoso por estar involucrado durante la Segunda Guerra Mundial en el proyecto Habbakud. Había una imperiosa necesidad por parte de los aliados, de hacer frente a la sofisticada tecnología de la que disponía Hitler. Era un plan para construir un portaviones insumergible, de un material compuesto a base de hielo y serrín, que es un material fuerte como el hormigón y que se derrite poco. El material fue bautizado como Pykrete, el nombre de su creador. Sin embargo este atrevido proyecto, nunca vio la luz. Hoy los restos del Habbakud permanece hundido en el fondo del lago.
Una excursión muy bonita es ir en funicular al pico The Whistler a 2400m. Si tienes suerte puedes disfrutar de una vista impresionantes, no fue así para nosotros, había niebla y no se veía nada.
Nos recuperamos del cansancio, con una exquisita cena a base de costillas de beef, en el restaurante Karonzo`s steakhouse. Con vino y propina pagamos 50 dólares canadienses.
Vamos diciendo adios a la región de Alberta para adentrarnos en Columbia Britanica, no sin antes divisar a lo lejos el monte Robson, el más alto de todas la Montañas Rocosas con 3.954 metros.
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