Para combatir el tedio existencial y para el deleite del cuerpo, decidí, junto con otras amigas, irnos el fin de semana a Isla Canela Golf, para practicar este dificil deporte y poner a prueba nuestras facultades físicas y psíquicas.
Hay quien dicen que el golf no es un deporte duro, bueno pues a ellos los quisiera ver, andar durante 4.30 h., un recorrido de siete u ocho km., a una temperatura de mas de 35 grados y con el agravante de que hay que darle a la bola.
Nuestro amigo australiano Steve (el guiri) que vive allí, nos informó que había una oferta muy barata que incluía: alojamiento, desayuno y green fee de golf. ¿Quien se resiste ante esta tentación?. Salimos de Malaga, hacia Isla Canela,un pequeñito pueblo de la provincia de Huelva, que como su nombre indica es una isla, delimitada entre los rios Guadiana y Carreras y surcada de marismas.
Ayamonte está a unos pocos kilometros y a donde puedes ir en bicicleta
Tardamos unas 4h., hicimos algunas paradas, técnicas para comer algo y poner gasolina. Maria conducía, Ruth y yo le dábamos conversación y jugábamos a entender el GPS.
La noche que llegamos Steve, nos tenia una sorpresa preparada: una cena en el chiringuito Bombadill y al mismos tiempo ver los mundiales de Brasil.
La pena fue que perdimos, pero la luna llena nos recompensó con su presencia. Un globo rojizo apareció en el horizonte aproximandose a la playa. El espectaculo no podia ser mas bello
La cena buenísima a base de pescado, fideuá y coquinas, acompañada de un excelente vino de Condado de Huelva, de la variedad de uva Zalema, no tan famosa como la Verdejo, pero no menos buena. Tiene pocos grados y entra agradable y fresquito.
El campo
Es un maravilloso campo de golf de 18 hoyos, situado cerca de Ayamonte, en la costa de la luz.
Esta muy cuidado, en un entorno natural y sus calles flanqueadas por olivos ,naranjos y eucaliptos, lo que le confiere al juego un reto dificil, pero a la vez distendido y emocionante.
Algunas calles son estrechas, por lo que si golpeas con el drive, puedes acabar con la bola en la arena.
Los pares tres, son cortos y perfectos, par dar una tregua a los largos pares cinco.
Los pares cuatro, con trampas de arena e imponentes obstáculos de marismas, no dejan de proporcionar al jugador un dilema a la hora de elección de palos y siempre imaginando el vuelo de la bola.
La climatología perfecta, aunque a nosotros nos hizo un poquito de calor, pero era soportable, gracias al viento de Levante que soplaba para refrescarnos y darnos un respiro.
Es un hotel tranquilo, con una decoración de buen gusto y en el que los colores, tostados y terracota del exterior, contrastan con el verde del campo de golf.
El hotel nos pareció precioso, un cuatro estrellas con encantó y con una ubicación perfecta, dentro del campo de golf.
La terraza y el jardin daban al hoyo 18, desde donde se puede observar a los golfistas, intentado poner la bola en el green.
La recepción con un personal muy atento y educado, si tienes algún problema te lo solucionan rápidamente.
Las habitaciones modernas, limpias y bien equipadas. El cuarto de baño dispone de baño, ducha y dos lavabos de cristal, muy cómodos y perfecto para dos personas.
El restaurante con una cocina buena, de calidad y un precio mas que razonable.
El desayuno que para mi es fundamental, era tipo buffer a base de huevos, fiambres, panecillos etc. Hasta el café me pareció bueno.
En la terraza se nos iba el tiempo, recordando las hazañas y peripecias del recorrido de golf.
Nos divertíamos mucho con el «guiri» Steve contándonos sus últimos viajes a California y Australia. Si a esto le sumas unas fresquitas cervezas.¿Que ocurre? que entras en una especie de Karma flotante.
La cena del sábado la hicimos en La Sonrisa un chiringuito, gestionado por una familia holandesa y situado en la playa Punta del Moral de Isla Canela.
Estaba animado, la musica en vivo amenizaba la noche, aunque las raciones a Ruth le parecieron un poco pequeñas, sobre todo las coquinas. Pero esto lo compensamos con buenísimo gin tonic, solo uno, pues al día siguiente teníamos que enfrentarnos otra vez al campo.
Tengo que decir que Isla Canela nos encantó y nos llevamos una muy grata sorpresa. Paseamos por el pequeño puerto deportivo y recorrimos el paseo marítimo, que estaba muy limpio y cuidado.
Existen varios puente de madera para acceder al las playas, ya que estas se encuentran detrás de las marismas.
La urbanizaciones están rodeadas de enormes jardines, la arquitectura es armoniosa y con amplias calles. Esto le confiere un carácter cosmopolita pero a la vez conservando su tradición y su identidad.
Kostka (director del hotel) y todo el personal nos atendieron fenomenal y estuvimos felices con nuestra estancia.
Como llegar